jueves, 3 de febrero de 2011

Selena Gomez ofrece otra jornada de desborde e histeria juvenil en Santiago

Tal como Jonas Brothers o Demi Lovato, la artista confirmó el arrastre de los éxitos Disney y juntó a 12 mil fans en Movistar Arena.  


   


El ritual de lo habitual. Una nueva figura Disney aterriza en Chile y las postales se suceden con piloto automático: recintos cerca del desborde; griterío juvenil sin tregua con los tímpanos sensibles y una fanaticada que vive su propia beatlemanía antes de los 10 años.
Anoche fue el turno de Selena Gomez (18): la cantante y actriz que saltó a la fama desde la serie Los Hechiceros de Waverly Place, y que fue bautizada por sus padres en honor a la fallecida estrella de la música tejana Selena Quintanilla, se presentó ante cerca de 12 mil personas en el Movistar Arena y confirmó que los recitales sub-15 son uno de los segmentos más rentables de la abundante cartelera local en los últimos años. Incluso algo más: los sucesos fabricados por el gigante Disney aún disfrutan cómodos de un sitial casi inamovible en la industria y Gomez asoma como el natural relevo del principado pop ante el estallido hormonal de Miley Cyrus, los conflictos personales de Demi Lovato o el desgaste de The Jonas Brothers.
Así lo entendió un público en su mayoría infantil y pre-adolescente, que llegó al recinto cerca de las 16 horas, casi dos horas antes de la apertura de puertas y cuando el termómetro había cruzado lo tolerable. Casi todos arribaron acompañados de sus padres y un contingente no menor se situó en el área de cancha, donde las sillas sencillamente resultaron inútiles: a las 21 horas en punto, cuando la intérprete saltó a escena, todos se pararon arriba de ellas o corrieron a los pasillos, desatando un verdadero polvorín y una prueba de paciencia para los encargados de seguridad.
Y ahí estaba Selena Gomez: de largo vestido rojo, pelo liso y un rostro que incluso asoma mucho menor que los 18 años que documenta su biografía, la cantante despachó el sencilloRound & Round, para luego rematar: "¡Estoy muy feliz de estar acá!". El chillido fue inmediato. El karaoke de niños y adolescentes encaramados en los hombros de sus padres -calvos y barrigones que cantaban casi a la par- fue estremecedor.
Luego fue el turno para Rock God y la identidad de la artista de ascendencia ítalo mexicana queda en evidencia: con su habitual grupo de acompañamiento, el cuarteto The Scence, despacha un sonido cercano al pop sintético, cubierto de bases programadas y maquillaje electrónico. Ahí donde Lovato presume filo rockero y los Jonas Brothers hasta se acercan a cierta intención country, Gomez elabora una fórmula más emparentada con el electropop y la canción con ciertos decorados de música dance.
El resultado hace que su voz suene austera, pero efectiva (en ningún caso tiene una garganta superdotada). Tanto como su sencillo escenario, sin mayores arrebatos tecnológicos y sólo dotado con una pantalla central y dos laterales. A su público poco le importa: la escena está armada para su lucimiento personal y para el despliegue de su natural encanto, expresado en frases en español, en cándidos discursos de presentación antes de cada tema y en un recorrido por los hits repartidos en sus dos discos a la fecha, Kiss & tell (2009) y A year without rain(2010).
Covers
Y en un ejercicio ya tradicional de las popstars juveniles que ambicionan un público transversal, también se dio tiempo para las versiones de composiciones ajenas: por ahí pasaron Parachute, de la artista inglesa Cheryl Cole, una de sus obsesiones; You belong with me, de su coetánea Taylor Swift, y Love is a battlefield, ese himno de amor y desencanto patentado por Pat Benatar a principios de los 80 (pieza que sonó totalmente desconocida para la generación teen).
También hay momentos acústicos, canciones interpretadas en español (la propia A year without rain) y la ya clásica promesa de un pronto retorno con un disco de temas facturados en ese idioma. Fue el cierre de un show de sólo 60 minutos y que reportó cerca de una veintena de atendidos en los puestos de atención médica, básicamente, por desmayos, deshidratación y asfixia.
La artista llegó al lugar cerca de las 16 horas, hizo una prueba de sonido, se reunió con un par de seguidores, descansó en su camarín y partía esta mañana a Buenos Aires, su siguiente escala en el continente, con la sonrisa del deber cumplido y de la satisfacción entregada a fanáticos que anoche disfrutaron la inigualable sensación de su primera experiencia en un show en vivo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario